13 diciembre 2011


La música, con letra entra

Quienes siguen con interés la evolución de la música popular en los países latinoamericanos y caribeños, como es mi caso, tienen dos publicaciones de indudable valor para ahondar en el conocimiento de los orígenes y el futuro de dicha manifestación cultural en Brasil y el Caribe. Se trata de los libros, con dimensiones de disco de larga duración o elepé, Canta Brasil, de Carlos Galilea Nin, y Salsa Caribe y otras músicas antillanas, de María Virtudes Núñez y Ramón Guntín, ambos de la colección Siguesigue, dirigida por Manuel Domínguez, en Ediciones Cúbicas.

Canta Brasil ofrece en 100 páginas un total de 21 capítulos que parten de un prólogo explicativo de por qué un libro que no tiene la intención de ser enciclopédico, dada la limitación de espacio, y menos de hacer un relato arbitrario con las filias y fobias en que suelen caer quienes practican la crítica musical. Carlos Galilea, sin duda, acierta en la finalidad didáctica de la obra, porque no apabulla, va al grano y no entra en academicismos que impiden un plano general de lo que se explica. 

Comienza con el capítulo sobre Brasil y sus gentes, antes de entrar en la prehistoria de la música brasileña, para cerrar la parte literaria con el presente y futuro de la música popular brasileña, para concluir con apoyos para el lector como la breve guía discográfica. La obra editada en 1990, a pesar de los avances de la MPB, no pierde interés por el acierto de acercar los diferentes estilos de una música con gran capacidad de generar adicción. Por cierto, la portada del libro es de Gloria Van Aerssen, la mitad de Vainica Doble.

La otra publicación, bajo el título Salsa Caribe y otras músicas antillanas, sirve para clarificar el panorama de una música de raigambre universal, como pasa con la referida del Brasil, pero expuesta a las generalizaciones. El libro de María Virtudes Núñez y Ramón Guntín sirve para que estos dos estudiosos y melómanos pongan los puntos sobre las íes sobre la música afroamericana que es el resultado de la confluencia de pueblos de diferentes procedencias, una dinámica que por suerte no cesa.




Después de explicar la raíz negra de la música en el Caribe, los autores introducen a profanos y conocedores en distintos territorios que van desde el son al latinjazz, pasando por la inevitable y más conocida salsa, pero sin olvidarse de otros lugares geográfica como la costa atlántica de Venezuela, Colombia, Panamá y México, así como las otras antillas: Martinica, Jamaica, Trinidad, Guadalupe, Antillas Holandesas, Islas Vírgenes y Bahamas, Barbados, Barlovento y Sotavento, estas menos latinas, pero también con poblaciones afroamericanas que han aportado sonidos de indudable riqueza y sentimiento. La portada del libro corresponde a Manolo Hidalgo.