23 octubre 2015



Gloria Van Aerssen 
1932 - 2015






















Caramelo de limón

Caramelo de limón,
el sol de mi país.

Sol de mi país,
cielo blanquecino y gris,
palomita de anís,
mermelada de ciruela
el mar que en sueños vi,
que, al romper las olas,
se convierte en chantilly.

Caramelo de limón,
el sol de mi país.

Sol de mi país,
viento norte, viento triste,
un arco iris sin fin,
bosques de castaños
los que siempre yo soñé,
que eran marrón glacé,
cumbres escarchadas,
ventisqueros de cristal,
marismas de niebla y sal.

Caramelo de limón,
el sol de mi país.  



Crónica madrileña

Yo tenía un puesto de bisutería en el centro,
y también vendía a veces posters en el metro,
Chaplin, Jesucristo, Marilyn y el Che Guevara,
Buster Keaton, el Papa y un payasito que lloraba.

Soy hermana de los perros y de toda la canalla,
desayuno en la Latina con un trago de cazalla.
Por las noches me reunía con conjuntos musicales
y cantando en compañía huían todos mis males.
Los vecinos protestaban y con muy malos modales
nos vaciaban encima sus repletos orinales
y llegaba la policía y con sus maneras rústicas,
demostraba que la música no es para todos los mortales.

Ahora vendo lotería por las calles y los bares

he llevado la alegría a muchísimos hogares.
Por las noches sigo unida a cantautores espontáneos,
a pasotas callejeros, trovadores subterráneos.

Yo iba vendiendo fortuna por la calle de Carretas,
y me encontré a la tuna armada de panderetas.
y un tuno muy pinturero de bigotillo incipiente
me dijo: ¡Por ti me muero!, ¡Vente conmigo, vente!
¡No, no!, ¡No, no!...¡Huy! ¡Huy!.
¡Vete tuno, no te quiero vete!,
¡Vuélvete a tu siglo diecisiete!
Pon tus mustios clavelitos en un jarrón,
y se los llevas al balcón de otra muñeca
y le explicas bien a gritos, y le explicas bien a gritos,
como se queda Fonseca.


Alas de algodón

Astro rutilante de la gran pantalla,
fascinante y cínico play-boy de playa,
campeón olímpico con diez medallas,
hábil político donde los haya,
magnífico varón,
vencedor mítico de mil batallas:
así era Juan en su imaginación
que le hacía olvidar su condición
para escapar y despegar de su rincón

y despegar de su rincón
para poder volar, volar, volar,
triunfar, brillar.

Lóbrego rincón de una portería
donde no entra el sol y nunca es de día
triste habitación húmeda y sombría
sin ventilación
un brasero de picón en la camilla
por toda calefacción
así vivía Juan con su imaginación,
que le hacía olvidar su condición
para escapar y despegar de su rincón

y despegar de su rincón
para poder volar, volar, volar,
para olvidar.

Lóbrego rincón de una portería
coros sollozantes de necias vecinas
uniéndose al son de un carraspeante transistor
simplemente María
Poderosa fantasía la de Juan,
que, aún así, podía escuchar el mar
en un caracol pintado en purpurina
y volar tras la procesión de golondrinas
pegadas a la pared verde veronés
bajo la mirada divina de un sagrado corazón
bajo la mirada doliente
de las ánimas del purgatorio,
bajo la mirada anodina de
sus padres en el desposorio
él, sentado, ceño fruncido,
ella, de pies, tras su marido,
dueño y señor,
contemplándose a si mismo
disfrazado de angelito
alas de algodón
el día de su primera comunión
cuando aún creía que será,
como el Barón Rojo,
un héroe de la aviación,
antes de tirarse por el balcón y quedarse cojo...

volar, volar, volar.


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