Baldo Martínez. Entrevista publicada el 25.6. 2010. Original en gallego, Blog Dono de seu, editado y escrito por Roque Soto Soto


Baldo Martínez Campoy, director artístico de Imaxina Sons, Festival de Jazz de Vigo




Fotografía: © Roque Soto



"Ir a Imaxina Sons,es encontrar sorpresas de forma continuada"


Baldo Martínez tiene un doble desafío ante Imaxina Sons, 6º Festival de Jazz de Vigo. Por una parte, el riesgo que constituye darle vida a la ciudad en torno a la música de una convocatoria con personalidad propia y que busca una implicación sin perjuicio del espectador. Por otra parte, está el compositor y virtuoso  instrumentista que actúa en el dicha evento con una propuesta de calidad. Ambas situaciones no parecen mermar la capacidad de trabajo e inspiración del músico gallego.


—¿Imaxina Sons se convirtió en una referencia del jazz europeo de vanguardia?

Es un festival donde se trata de demostrar la actualidad del jazz europeo, haciendo hincapié en las vanguardias o, digo mejor, el jazz más actual. Para entendernos, prefiero la segunda definición porque la palabra vanguardia muchas veces se malinterpreta. Y después, lógicamente, dentro del jazz europeo están el jazz español y el jazz gallego. Esos son los tres ámbitos musicales, pero sin dejar de lado el jazz americano, porque se hacen señas al jazz surgido en Estados Unidos. Para quienes organizan Imaxina, es fundamental mostrar lo que hay ahora en Europa, pues cuando se decidió crear este festival, tratamos de cubrir un vacío que hay en España. No hay festivales de jazz europeo específicamente, hay festivales que muestran mucho jazz americano.

Como anécdota recuerdo a primera vez que fui a Francia. Y entonces me hicieron tres entrevistas. En todas había la misma pregunta: por que hay tanto jazz americano en España? Yo soy de los que tratan de mirar un poco más hacia aquí y proyectar para fuera. Y no mirar para el otro lado del charco que nos queda muy lejos.


—La juventud brilla por su presencia en el programa del Festival de Jazz de Vigo

El programa del festival presenta un amplio abanico que se abrió con el concierto de Martial Solal, músico que forma parte de la primera generación de jazzistas europeos, un hombre de 83 años que, no obstante, proyecta una alegría y una vitalidad que no son normales en esa edad. Al día siguiente de la actuación inaugural, se desarrolló una actividad enfocada para atraer el público más nuevo. Se intenta quitar los perjuicios que hay sobre el jazz. En realidad sabemos que la sociedad española se apoya mucho en los estereotipos y se basa en eso. Tenemos perjuicios de cualquier cosa. Cuando se habla del Festival de Jazz de Vigo,te imaginas algo muy determinado y, aparte del contenido, lo estás asociando a que no es para gente de la calle. Desde Imaxina tratamos de sacar todo eso fuera, es decir ser eclécticos, pero dentro de una coherencia. Hay una oferta amplia, pero no tienes que ser un especialista para poder entenderlo, hay que sentirlo.

—Lo de abrir el programa para que lo disfrute el público joven, responde a la necesidad de que los chavales se acerquen al jazz de una forma totalmente libre. En ese sentido, te gusta, entras. Tienes curiosidad por descubrir algo más, pues tienes la puerta abierta. Eso no quita que también está pensado para el público normal. Hay mucha gente con 50 años que a lo mejor sigue teniendo ese perjuicio. Pero yo digo: te ven en un concierto, sin ningún tipo de perjuicio, se sientan, escuchan. Que te dice algo, bueno, pues mejor. Quieren buscar más, nosotros estamos aquí para facilitar toda la información.

—¿La convocatoria va más allá de las actuaciones con un variado programa de actividades?

La estructura del festival, salvo pequeños cambios, es la misma que se fijó prácticamente el primer año. La edición inaugural era un poco más extensa. El segundo festival se redujo un poco, pero mantiene las actividades paralelas como son las mesas redondas y conferencias. Este año son todo mesas redondas, previas al concierto de solista, la parte más experimental de la convocatoria. Los pareció una buena fórmula al principio y creemos que funciona, aunque queda mucho por andar, porque a la gente hablar sobre la música le cuesta más trabajo. Se pueden descubrir más asuntos. Este año hay tres mesas, en las que se ahondan desde las redes sociales al jazz en Internet.

Hay otra mesa sobre el planteamiento de que es lo que es jazz y lo que no es jazz, que es lo que están formulando los festivales. Se trata de caminar hacia dónde van los tiros del jazz, porque es una actividad artística se supone que lleva consigo siempre un riesgo para evolucionar. En este sentido abordamos la polémica generada por el caso Sigüenza, donde una persona reclama en una actuación, que eso no es jazz cuando es una parte más experimental de este. En cambio, se puede llevar a un artista pop a un festival de jazz y nadie saca a mano y dice: ¡eh, yo quiero escuchar jazz! En las mesas tratamos de crear un debate que trascienda y del que salga una conclusión.


—De todas maneras, con el festival ya en marcha, se puede decir que detrás hay un ardua labor de organización

El primer handicap en el terreno organizativo es que en vez de estar trabajando sobre los artistas que están de gira, nos centramos en que tienes conocimiento de que existen unos músicos. Por desgracia no se sabe de todos los artistas. No ofrecemos todos lo que hay, mostramos todo aquello que conocemos que existe. Entonces hay varios procesos, uno de ellos es tener todos los datos posibles del que hay, hacer una selección,al margen de que ese artista esté o no dentro de una gira. Eso puede ser más costoso y complejo a la hora de organizar, pero el resultado que se da es un evento con personalidad sobre el resto de los festivales de jazz. En los de verano, algunos se repiten en los programas, pero no es el caso de Imaxina Sons.

Combinar todas las actividades, hacer el trabajo de producción, son tareas complejas, pero el equipo del festival está formado por grandes profesionales. Aunque nos queda mucho, estamos para darle vida a la ciudad en torno a la música, y que esté relacionada al cien por cien con esta convocatoria. Como ejemplo de esa aspiración están los pasacalles y la difusión que le damos al programa para que se aprecien todos los puntos de vista del festival.


—¿El público como responde al festival, se implica o acude simplemente como espectador pasivo?

Viendo la evolución del evento, marcamos unos objetivos, pero lógicamente de acuerdo con la respuesta del público vamos modificando, pero en el fondo se trata de mostrar la actualidad del jazz europeo y buscar aquellas propuestas que están más en primera línea, desde el punto de vista artístico, no comercial. Esto es una forma de planteamiento atípico, por desgracia, en la mayoría de los festivales, pues la gente está acostumbrada a esperar un festival de otro modo. Nosotros no queremos mostrar lo que ya se conoce, se ofrece lo que no se conoce. Intentamos abrir ventanas y puertas para que se pueda descubrir aquello que pueda interesar. Como el formato del festival clásico es de una manera, la gente puede tardar en percibirla, pero desde el tercer año el público empezó a acudir a los conciertos no por unas determinadas figuras, sino porque tiene confianza en que lo que se le va a ofrecer tiene interés. 


Ir a Imaxina, es cómo acudir a un lugar donde te vas a encontrar sorpresas de forma continuada. El público del Festival de Vigo es inquieto y con mucho interés, pero también hay gente experimentada que conoce lo que va a escuchar. Entonces, el público es cálido, muy interesado y muy agradecido. Yo lo viví por las dos partes: como director artístico, preocupado por la reacción de la gente, y después, por otro lado, como músico. Por las dos parte aprecio que el público es fiel y está creciendo en todos los sentidos, en cantidad y en ir metiéndose en este mundo.

—Está claro que la música de Galicia tiene una notable presencia en el festival

Yo cuando someto la propuesta de llevar la responsabilidad artística del festival, considero que soy músico y trato de acercar que se convierta en plataforma para desarrollar una música. Hay una serie de prioridades, una de ellas mostrar lo que hay en Galicia. Pueden decir que es una actitud paternalista, lo sería si no hubiera nada e incluyeras chicos que estén empezando. Pero sé que ahora mismo hay  músicos en Galicia que tienen un gran nivel y que están haciendo proyectos interesantes. Yo vivo en Madrid,lo cual me da una visión con un poco más de perspectiva, y hablando con músicos y especialistas, coinciden en decir que en Galicia acontece algo anormal en el mundo del jazz. 


No exagero, en Galicia no es donde más músicos de jazz hay, pero siendo objetivos, es donde está creciendo más. En otros lugares, en Cataluña, el ambiente está más estabilizado. En Galicia hay un estado de eclosión porque existe una buena producción discográfica y músicos nuevos con proyectos innovadores y de gran nivel. No es porque sea gallego ni porque sea músico. Cuando vamos a un concierto, tenemos que pensar en quien vamos a escuchar, no mirar si tiene un apellido extranjero, porque de lo que se trata es de disfrutar de la música que hace. Si es gallego, nosotros somos los que mejor podemos no sólo entenderlo sino apoyarlo también. El festival tiene esa función de servir de plataforma, y que mejor que una plataforma en la casa para proyectar para fuera.

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