Blues femenino, pioneras

Las primeras grabaciones


En el principio fue la voz desnuda, sin la compañía de instrumentos, evitando ruidos naturales o provocados que la pudieran perturbar. Eran cantos humanos llevados desde África al Nuevo Mundo. La llama encendida en forma de frases entrelazadas o palabras constituían el tesoro mejor guardado que daba continuidad a unos orígenes alejados en el espacio.  Poco a poco, lentamente, tuvieron que pasar años para que voces extrañas a los amos de los esclavos de raza negra se prodigaran en la celebraciones de las que podían disfrutar, entre otras las relacionadas con los ritos religiosos, con el ritmo de los trabajos o con la diversión.




Así como el origen del jazz no se entiende sin la voz, tampoco sería igual este estilo sin la presencia de cantantes femeninas, de las anónimas trabajadoras a las emancipadas estrellas de la década de 1920 que grabaron los primeros discos de nacientes estilos y también llenaron salones de modernas metrópolis.

En el principio fue el blues, el canto que al evolucionar hacia un sonido más urbano dejó inolvidables nombres. Las blueswomen contribuyeron al afianzamiento del blues en la naciente industria discográfica durante las primeras décadas del siglo XX y a la popularización de dicho estilo, bajo la influencia del jazz y otros estilos propios de la música popular negroamericana, como el primer blues grabado en disco, Crazy Blues, de Mamie Smith.



A la anterior pionera se añaden otros nombres de artistas del canto como  Alberta Hunter, Ma Rainey, Bessie Smith, Ethel Waters, Victoria Spivey, Mildred Bailey, Ida Cox, Billie Holiday, Rosetta Tarpe, Helem Humes o Dinah Washington, entre las más conocidas. También están  Lucille Hegamin, Lottie Beaman, Edith Wilson, Alice Moore o Tiny Mayberry, nombres y apellidos de una larga lista que llega a nuestros días.

Mayoritariamente urbanas, las mujeres que cantaban el blues tuvieron el mérito de luchar por su arte en una época poco propicia al protagonismo de las mujeres, y menos si eran negras. Desde los espectáculos finiseculares a los tugurios de mala reputación, pasando por los refinadas bandas de jazz en los elegantes clubs de las grandes ciudades, la huella de las blueswomen es evidente, como lo es también su indudable protagonismo en la evolución del citado género, esencial para comprender la cultura popular de los Estados Unidos.



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