El rastro
Hubo un tiempo, entre la segunda mitad de la década de 1950 y los primeros años 60, que una forma de llegar a los emigrantes gallegos consistía en la producción de música autóctona que se editaba de acuerdo con las posibilidades económicas de los posibles receptores. No era extraño encontrar establecimientos en cualquiera gran ciudad de Europa o América, donde se podían adquirir discos de portadas llamativas como las que aparecen en este post. Constituyen un pequeño recuerdo no solo para quienes intervinieron en la labor musical, en el trabajo de estudio de grabación, en la promoción y en la venta, sino también a aquellos fotógrafos que para estirar sus escuálidos sueldos aprovechaban el tiempo con el objetivo de captar imágenes que ilustraran los repertorios que llevaban títulos gallegos.
En esta mirada hacia atrás, se puede apreciar como había un poco de todo en aquellos sencillos de imágenes costumbristas: un labriego en la dura tarea de la arada, el barrio marinero de Vigo, la ría de Vigo, una romería popular y un viejo castillo aún en pie. Los repertorios de los discos no podían estar más de acuerdo con la época en que se pusieron a la venta, pues aprovechaban el rico patrimonio de los cancioneros populares y la música tradicional que interpretaban grupos de gaiteros, coros, solistas e incluso cuentacuentos.