Carlos Gardel (Odeón EMI). Reconstrucción técnica 1956
Carlos Gardel
Portada: archivo Odeón
Carlos Gardel
Portada: archivo Odeón
Una historia: “La figura de Carlos Gardel es inclasificable. El inventa el tango cantado, protagoniza su evolución y, según pensamos algunos, su muerte. Es imposible escuchar sin desdén cualquier versión de un tango ya grabado por Gardel...
Decenas de sociólogos argentinos se han deshecho el magín buscando explicaciones al fenómeno de su pervivencia. En vano. Es más fácil: hay que escucharlo. Eso no tiene nada que ver con ningún otro cantor pese a los cincuenta o más años que soportan sus grabaciones. Quienes lo conocieron directamente dicen algo parecido de su personalidad. Durruti, Mozart, Rosetti, el citado don Ramón, Artaud, Gardel…Otra especie con la que poco tenemos que ver”. Javier Barreiro. El tango. Ediciones Júcar. Los Juglares.
Otra: “Carlos Gardel nació el 11 de diciembre de 1890 y murió el 24 de junio de 1935. Entre estas dos fechas, dudosa o por lo menos discutible la primera y diáfana y concreta la segunda, como lo es la propia fatalidad, se tejió sobre la vida de aquel hombre una leyenda. Conocido en sus inicios como el Morocho del Abasto y llamado luego el Mago, el Mudo, el Zorzal y el Zorzal Criollo, o simplemente Carlitos, entre otros mil apodos menos frecuentados, Carlos Gardel no sólo nos ha dejado el legado maravilloso de su voz, de su pasión y su pinta, de su arte en suma; también se nos ha convertido o, mejor dicho, lo hemos convertido, poco a poco, entre todos, en el personaje central de una leyenda”. Sentir el tango. Tomo III. Altaya 1998.
Canciones: Buenos Aires. Yira, yira. Confesión. Duelo criollo. Taconeando. Adiós muchachos. Chorra. A la luz del candil. Mi noche triste. Milonga del 900.
Músicos: Carlos Gardel (voz). Ángel Riverol, Julio E. Vivas y Guillermo Barbieri (guitarras). Orquesta de Francisco Canaro.
Además: “El tango encontró su voz en Carlos Gardel y la voz de Carlos Gardel encontró su música en el tango. Es el momento de recordar la admirable y sutil observación de que con Carlos Gardel el tango había subido de los pies a la boca. El tango tuvo, entonces, algo que decir y no sólo algo que mover. Un ritmo que sólo nos mueve los pies no nos conmueve casi nunca el corazón. Antes que Carlos Gardel cantase Mi noche triste el tango fue, principalmente, un movimiento, una música bailable; después de Carlos Gardel, o, mejor, con Carlos Gardel, el tango se convirtió en la espiritualización de un movimiento, en una música para cantar y para oír. Gardel, haciéndolo hablar hizo que el tango se escuchara esencialmente por primera vez. Por eso bailar mientras Gardel canta es una atrocidad, pero si se comete, para cometerla de verdad, o sea, para bailar bien, es necesario no sólo oír lo que la música suena sino también y sobre todo, lo que el cantor está diciendo. Pienso, en este sentido, que la palabra de Carlos Gardel acentuó lo que había de lentitud reflexiva, de actitud oyente en el que bailaba un tango”. Guido Castillo. La palabra y el tango.
Más portadas: Gardel. Serie para coleccionistas vol. 1 al 32 (1924-1934). Carlos Gardel en Nueva York –El Gardelazo- (1983).
Decenas de sociólogos argentinos se han deshecho el magín buscando explicaciones al fenómeno de su pervivencia. En vano. Es más fácil: hay que escucharlo. Eso no tiene nada que ver con ningún otro cantor pese a los cincuenta o más años que soportan sus grabaciones. Quienes lo conocieron directamente dicen algo parecido de su personalidad. Durruti, Mozart, Rosetti, el citado don Ramón, Artaud, Gardel…Otra especie con la que poco tenemos que ver”. Javier Barreiro. El tango. Ediciones Júcar. Los Juglares.
Otra: “Carlos Gardel nació el 11 de diciembre de 1890 y murió el 24 de junio de 1935. Entre estas dos fechas, dudosa o por lo menos discutible la primera y diáfana y concreta la segunda, como lo es la propia fatalidad, se tejió sobre la vida de aquel hombre una leyenda. Conocido en sus inicios como el Morocho del Abasto y llamado luego el Mago, el Mudo, el Zorzal y el Zorzal Criollo, o simplemente Carlitos, entre otros mil apodos menos frecuentados, Carlos Gardel no sólo nos ha dejado el legado maravilloso de su voz, de su pasión y su pinta, de su arte en suma; también se nos ha convertido o, mejor dicho, lo hemos convertido, poco a poco, entre todos, en el personaje central de una leyenda”. Sentir el tango. Tomo III. Altaya 1998.
Canciones: Buenos Aires. Yira, yira. Confesión. Duelo criollo. Taconeando. Adiós muchachos. Chorra. A la luz del candil. Mi noche triste. Milonga del 900.
Músicos: Carlos Gardel (voz). Ángel Riverol, Julio E. Vivas y Guillermo Barbieri (guitarras). Orquesta de Francisco Canaro.
Además: “El tango encontró su voz en Carlos Gardel y la voz de Carlos Gardel encontró su música en el tango. Es el momento de recordar la admirable y sutil observación de que con Carlos Gardel el tango había subido de los pies a la boca. El tango tuvo, entonces, algo que decir y no sólo algo que mover. Un ritmo que sólo nos mueve los pies no nos conmueve casi nunca el corazón. Antes que Carlos Gardel cantase Mi noche triste el tango fue, principalmente, un movimiento, una música bailable; después de Carlos Gardel, o, mejor, con Carlos Gardel, el tango se convirtió en la espiritualización de un movimiento, en una música para cantar y para oír. Gardel, haciéndolo hablar hizo que el tango se escuchara esencialmente por primera vez. Por eso bailar mientras Gardel canta es una atrocidad, pero si se comete, para cometerla de verdad, o sea, para bailar bien, es necesario no sólo oír lo que la música suena sino también y sobre todo, lo que el cantor está diciendo. Pienso, en este sentido, que la palabra de Carlos Gardel acentuó lo que había de lentitud reflexiva, de actitud oyente en el que bailaba un tango”. Guido Castillo. La palabra y el tango.
Más portadas: Gardel. Serie para coleccionistas vol. 1 al 32 (1924-1934). Carlos Gardel en Nueva York –El Gardelazo- (1983).