Some New Blues By The Singer And
Writer Of “Five long years (Discophon) 1981
Eddie Boyd
Portada: fotografía de Timo Kirves
“Los contrastes –los contrastes entre la vida que Eddie Boyd dejó tras de sí en Mississippi y la que ahora lleva en Europa- los contrastes entre el público de su música que dejó en Chicago y el público para el que interpreta ahora en Zurcí, París, Bruselas o Helsinki, los contrastes entre las actitudes racistas que le forzaron a abandonar los EE.UU. y la aceptación que encuentra en Finlandia, donde reside ahora. Tantos contrastes...Y Eddie parece poder aceptarlos sin sentimientos de alineación o confusión. Un avión aterriza en un aeropuerto europeo y entre la multitud de los demás pasajeros un hombre de color, elegantemente vestido con un costoso traje, con gafas oscuras, atraviesa las oficinas de control de pasaportes con su cartera de ejecutivo. Da la impresión de un representante de algún gobierno africano, de alguien adscrito a las Naciones Unidas; entonces te ve esperándole, se acerca a darte un apretón de manos, y su voz es repentinamente cálida, del Misisipi:¡Hola hombre, qué alegría verte! Eddie Boyd, uno de los trotamundos del blues que ha preferido expatriarse.
Para Eddie, el camino a Europa ha sido incluso más largo que para Memphis Slim o Willie Mabon. Ha tenido la misma pugna enconada y agotadora que tuvo Champion Jack Dupree, aunque por el camino tuvo su gran éxito “Five Long Years”, que durante un tiempo hizo posible todo. Tuvo su primer enfrentamiento con la violencia del sistema granjero del sur cuando todavía era un muchacho. Nació a las afueras de Clarksdale, el 25 de noviembre de 1914, y cuando contaba 15 años trabajaba en una granja al otro lado del Mississippi en Arkansas.
Como dijo a Mike Vernon en su primera gira europea: “Allí no teníamos tractores ni cosechadoras, tenían dos animales de tira y una aventadora. Así que te ponías a trabajar, a trillar y aventar con tus manos. Por eso no limpiaba bien el campo, así que entonces llamaban a los muchachos, y yo era uno de ellos. Cuando estos chavales veían a George Crumble y su caballo viniendo, se echaban a temblar y decía: “Ahí viene el jinete”. Bien, yo no me preocupaba, porque yo iba a trabajar a cierto ritmo, ¡porque no quería ni siquiera trabajar! Pero nunca le demostraba miedo, y no le gustaba. ¿Sabes lo que me dijo? Va y me dice: “Eh, negro, cuando los demás chicos me ven venir, se pierden. ¿Cómo es que tú no te asustas?” Yo le dije: “Yo trabajo a la velocidad que me parece, y si no le gusto, pagame ahora mismo que me voy” ¿Sabes lo que me dijo? Me dijo: “Escucha, negro, te dije el año pasado que si no te gusta el sistema, más vale que te largues”. Yo le dije: “Te voy a decir algo, amigo. Yo nací aquí, y tú has venido de capataz a la plantación”... Así que me dice: “Sabes lo que te digo? Eres un mal ejemplo para los demás”.
¡Me hicieron falta dos semanas para entender lo que decía! “Yo sé lo que voy a hacer; voy a bajar de este caballo y te voy a dar de patadas...”. Yo le dije: “Atrévete,...” Y lo que yo hice lo dejó plantado, porque levantó una pierna, y llevaba una pistola en la cintura; de cualquier modo, yo le di con la horquilla en la espalda directamente en todo el espinazo para paralizarlo. Y, sabes, entre allí y la divisoria de Arkansas había aproximadamente un cuarto de milla entre el Misisipi y el lugar donde yo trabajaba, así que tenía que moverme. Cuando lo dejé allí con la horquilla de aventar colgando de su espalda no rechistó y ¡hasta estas horas! Y yo caminé –nunca he sabido nadar- ¡ pero Dios estaba conmigo! Yo me eché hacia delante y me dije: “¡Nada...!
Cruzó el río y llegó a North Memphis, y nunca volvió. Durante los años siguientes se quedo en North Memphis y aprendió a tocar. Cuando tenía 21 años había formado un grupo que tocaba en los antros de Arkansas y Missouri. Era entonces a mediados del decenio de los años 30 y Memphis Slim y Rooselvet Sykes todavía tocaban en Beale Street. La mayoría de los clubs en los que trabajaba eran blancos, y pasaba la mayor parte del tiempo tocando pop. Sólo cuando trabajaba por sí mismo podía volver al blues. No fue hasta que llegó a un pueblo ribereño llamado Carruthersville cuando vio un club nocturno de negros. Pasó un año y medio allí, luego, tras algunas escalas, otra vez a Memphis y finalmente llegó a Chicago en 1941.
Durante cinco años estuvo con Sonny Boy Williamson en los clubs del barrio sur. Entonces la violencia de la que había escapado en Arkansas volvió a rondarle. Sonny Boy fue asesinado tras salir de un bolo que habían hecho juntos en un club llamado The Club Georgia en State Street. Eddie, por sí mismo, comenzó la larga carrera en solitario que le llevaría a Europa veinte años después.
Fue la negativa de Eddie a comprometerse en Chicago lo que condujo a su éxito. Cuando sus primeros discos no tuvieron éxito, buscó trabajo en unos altor hornos para reunir dinero y producirse a sí mismo: “...Comencé a trabajar en la planta a 85 centavos la hora. Pero no trabajé para ellos mucho tiempo. Quizá unas cuatro semanas. Ya estaba ahorrando el dinero suficiente para grabar mi propia maqueta, así que podría hacerla como me pareciese. Si fallaba, la culpa sólo sería mía”. Tardó seis meses en ahorrar el dinero, pero fue esta sesión de grabación la que le dio “Five Longs Years”. Así que a las tres semanas era número uno en todo el país, y me mantuve en el puesto siete meses...”
A partir de entonces fue la ronda de los bolos, las interminables giras por todo el país para arropar los discos, mantener un conjunto unido, llevarlo de una gala a otra, la dura y enervante vida de la estrella del disco en gira. Era el mismo circuito en el que estaba Memphis Slim con sus House Rockers, y los hombres del blues urbano, como Roy Milton, Lloyd Price o Rooselvelt Sykes. Y como ocurre con muchos artistas, la gira finalmente se prolongó una noche más de lo debido: St. Lous Jimmy, que le conducía de Harvey, Illinois a un bolo en Milwauke, se quedó dormido al volante y destrozó el coche en un accidente de carretera.
Eddie pasó 95 días escayolado, perdió más de 4.000 dólares en costos y cuando por fin pudo continuar con su música había pasado ya demasiado tiempo y tuvo que volver a los clubs de Chicago. Para mediados de los años sesenta dividía su tiempo entre trabajos de invierno en los clubs del barrio sur y una granja a 60 millas de Chicago donde criaba hortalizas y gallinas en el verano. Pero la gira no había acabado. Había una gira europea, y le gustó tanto que se quedó. Todavía es difícil: Las actuaciones están dispersadas por toda Europa y él está siempre subiendo y bajando de los aviones.
Pero no cree que volvería: “Ya no aguanto el rollo del negrito simpático o del negro aquí negro allá. Si tuviera que abandonar Finlandia me iría a algún país de África”. Intentó volver, de visita, y se dio cuenta de que no podía volver a vivir en Chicago. Y la visita de dos meses se quedó en una excursión de dos semanas, y la gira lo devolvió a su vida en Finlandia, a la vida que es tan contrapuesta a la que había llevado antes. Viéndole meterse en el taxi que le lleva al estudio, o de pie entre amigos del club donde trabaja, nadie diría que es un cantante de blues. Pero cuando se sienta al piano, comienza a marcarse el ritmo con el pie, piensa en la letra que va a cantar, los contrastes de su vida de repente no parecen tan asombrosos". © Sam Charters
Repertorio
Cara A
1. Lovesick Soul
2. I’ m A Fool
3. Kindness For Weakness
4. Tell The Truth
5. The Cannonball
Cara B
1. Black Brown And White
2. It’ s A Mellow Day
3. Do Yourself A Favor
4. Dedication To My Baby
5. Zip Code
Músicos
Eddie Boyd, piano y voz.
Peps Persson, guitarra, armónica y voces.
Christer Eklund, saxo tenor.
Rolf Alm, bajo.
Ed Thigpen, batería.
Stockholm Slim, voces.
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Eddie Boyd (1914-1994)