Otros discos, otras voces...
La editorial Bruguera con sus pros, que fueron bastantes, y sus muchos contras, cumplió un importante papel, nunca mejor dicho, en el desarrollo de la historieta española, sobre todo en la baja posguerra con la salida de las primeras revistas que acogieron a un buen número de veteranos y jóvenes guionistas y dibujantes, principalmente estos últimos, sin quitar mérito a los anteriores. Pero no sigo, hay mejores forenses de la imagen que pueden escribir largo y tendido sobre variados aspectos que conforman un hecho cultural que lleva más de un siglo ocupando un lugar destacado entre las preferencias de lectores de todas las edades.
Los personajes más populares de los tebeos de Bruguera, casos de Pulgarcito y Tio Vivo, habían alcanzado su punto álgido a comienzos de los años setenta del siglo pasado. Por eso no es extraño, ante los cambios que se estaban produciendo en el ámbito de la imagen, que surja en 1971 la idea de poner en circulación sencillos (singles en el argot moderno de entonces) de 45 revoluciones por minuto que acercasen amablemente y desde otras perspectivas a Mortadelo y Filemón, Carpanta, Doña Urraca o Zipi Zape, entre otros, al público.
Según la publicidad de dicho lanzamiento en 1971, fueron ocho los héroes de la historieta de humor los elegidos para la gloria del vinilo, un soporte en auge y de notable aceptación en el mercado de consumo. Los discos de la compañía Columbia iban acompañados de un cómic de cuatro páginas adaptado al tamaño del sencillo. Los discos ofrecían una narración sobre el personaje y, a veces, también alguna canción. La parte artística, es decir el dibujo, fue tarea del conocido Vázquez (Hermanas Gilda) y de algunos dibujantes de la factoría Bruguera que daban nueva vida a mitos de otros conocidos artistas como Ibáñez, Escobar, Jorge y Peñarroya. Con posteridad irían apareciendo en diferentes soportes sonoros otras aventuras de determinados personajes, sobre todo de Mortadelo y Filemón, quienes ya habían entrado en el ámbito dibujo animado antes de 1971.
Los personajes más populares de los tebeos de Bruguera, casos de Pulgarcito y Tio Vivo, habían alcanzado su punto álgido a comienzos de los años setenta del siglo pasado. Por eso no es extraño, ante los cambios que se estaban produciendo en el ámbito de la imagen, que surja en 1971 la idea de poner en circulación sencillos (singles en el argot moderno de entonces) de 45 revoluciones por minuto que acercasen amablemente y desde otras perspectivas a Mortadelo y Filemón, Carpanta, Doña Urraca o Zipi Zape, entre otros, al público.
Según la publicidad de dicho lanzamiento en 1971, fueron ocho los héroes de la historieta de humor los elegidos para la gloria del vinilo, un soporte en auge y de notable aceptación en el mercado de consumo. Los discos de la compañía Columbia iban acompañados de un cómic de cuatro páginas adaptado al tamaño del sencillo. Los discos ofrecían una narración sobre el personaje y, a veces, también alguna canción. La parte artística, es decir el dibujo, fue tarea del conocido Vázquez (Hermanas Gilda) y de algunos dibujantes de la factoría Bruguera que daban nueva vida a mitos de otros conocidos artistas como Ibáñez, Escobar, Jorge y Peñarroya. Con posteridad irían apareciendo en diferentes soportes sonoros otras aventuras de determinados personajes, sobre todo de Mortadelo y Filemón, quienes ya habían entrado en el ámbito dibujo animado antes de 1971.
Publicidad de los cromos del chicle Dunkin (1971)
Dibujos animados de Mortadelo y Filemón (1969)
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