Un pequeño canon en la despedida de Peggy Records
En Ourense cuando oficiaba de juntaletras en la delegación de un diario de cuyo nombre no quiero acordarme, tuve la suerte de conocer gente con la que se podía compartir el tiempo sin caer en los cantos de pájaro laión a los que tan acostumbrados estamos los que hemos nacido en el Finisterre europeo, donde hace mucho tiempo hubo rebeldes que entonaron sus cantos con gozo, sorna o amor. Sí, aquellos trovadores que mencionan los manuales de literatura, y que de alguna manera dieron entidad musical a esta tierra.
Me centro, y fue en la ciudad de Ourense, esa que cruza el río Miño en busca del Atlántico y las lampreas, lugar de castreños, romanos, burgas, suevos, cristianos viejos, absolutistas, liberales, maios, republicanos, falangistas, maragatos, magostos, funcionarios y benposteños, entre otros, en la que recalé hace mucho tiempo sin perder mi adicción al calor de las tiendas de discos de música.
Primero fue Discorama, que llevaba Charly Domínguez, el lobo urbano y bajista de Los Suaves, ese que comienza su programa con la sintonía de Blue Sky, de The Allman Brothers Band.
Con posteridad, Charly dejó el testigo del establecimiento a su tocayo y amigo Carlos Álvarez que contaba con Luis Vázquez, como socio, también amigo y colega en el mundo de la paranoia unidimensional con la que nos tocó lidiar en décadas pretéritas. Tras la marcha de Luis, Carlos se hizo cargo de la tienda que, por cierto, tuvo varias ubicaciones. Comparando, uso un símil roquero, como ocurre en cualquier combo, donde es normal ir cambiando de miembros por aquello de que: «it's better to burn out than to fade away».
La verdad, en los tiempos que fui asiduo a Peggy Records 1989-1999, una década aproximadamente, fueron muchos los buenos momentos no sólo por la amistad de Carlos, también por la de multitud de personas que allí recalaban principalmente por su amor a la música. Folkies, roquers, heavis, jazzies, progresivos, psicodélicos, raperos, electrónicos.... Y otros muchos más que haría la lista interminable, pues en el local había material y tupido para todos los aficionados a las buenas vibraciones. Peggy adquirió merecida fama por sus jugosos catálogos a los que en mi caso no desdeñaba. Hoy muchos discos en vinilo o en CD enriquecen mi surtida discoteca gracias a Carlos y el personal que con él laboró en diferentes etapas.
Después, un nuevo destino me alejó de Ourense, pero cuando podía no dejaba de darme una vuelta por Peggy Records, por cierto ya en otro lugar diferente a la de la Avenida de La Habana, a la que fui asiduo. Ahora digo aquello es de buen nacido ser agradecido. Gracias Carlos, gracias también Luis, Charly y toda la gente que trabajó en la tienda de discos. También recuerdo a muchas más personas que coincidimos en aquel lugar, donde siempre había tiempo para parolear sobre lo divino y lo humano de la música. Salud a todos, un fuerte abrazo y buena suerte en vuestras andainas.
Recupero para este post algunos discos de grupos de Ourense adquiridos en su día en Peggy Records. ¡Va por ustedes, maestros!
Fotografía ® Santi M Amil-La Voz de Galicia
Me centro, y fue en la ciudad de Ourense, esa que cruza el río Miño en busca del Atlántico y las lampreas, lugar de castreños, romanos, burgas, suevos, cristianos viejos, absolutistas, liberales, maios, republicanos, falangistas, maragatos, magostos, funcionarios y benposteños, entre otros, en la que recalé hace mucho tiempo sin perder mi adicción al calor de las tiendas de discos de música.
Primero fue Discorama, que llevaba Charly Domínguez, el lobo urbano y bajista de Los Suaves, ese que comienza su programa con la sintonía de Blue Sky, de The Allman Brothers Band.
Con posteridad, Charly dejó el testigo del establecimiento a su tocayo y amigo Carlos Álvarez que contaba con Luis Vázquez, como socio, también amigo y colega en el mundo de la paranoia unidimensional con la que nos tocó lidiar en décadas pretéritas. Tras la marcha de Luis, Carlos se hizo cargo de la tienda que, por cierto, tuvo varias ubicaciones. Comparando, uso un símil roquero, como ocurre en cualquier combo, donde es normal ir cambiando de miembros por aquello de que: «it's better to burn out than to fade away».
La verdad, en los tiempos que fui asiduo a Peggy Records 1989-1999, una década aproximadamente, fueron muchos los buenos momentos no sólo por la amistad de Carlos, también por la de multitud de personas que allí recalaban principalmente por su amor a la música. Folkies, roquers, heavis, jazzies, progresivos, psicodélicos, raperos, electrónicos.... Y otros muchos más que haría la lista interminable, pues en el local había material y tupido para todos los aficionados a las buenas vibraciones. Peggy adquirió merecida fama por sus jugosos catálogos a los que en mi caso no desdeñaba. Hoy muchos discos en vinilo o en CD enriquecen mi surtida discoteca gracias a Carlos y el personal que con él laboró en diferentes etapas.
Después, un nuevo destino me alejó de Ourense, pero cuando podía no dejaba de darme una vuelta por Peggy Records, por cierto ya en otro lugar diferente a la de la Avenida de La Habana, a la que fui asiduo. Ahora digo aquello es de buen nacido ser agradecido. Gracias Carlos, gracias también Luis, Charly y toda la gente que trabajó en la tienda de discos. También recuerdo a muchas más personas que coincidimos en aquel lugar, donde siempre había tiempo para parolear sobre lo divino y lo humano de la música. Salud a todos, un fuerte abrazo y buena suerte en vuestras andainas.
Recupero para este post algunos discos de grupos de Ourense adquiridos en su día en Peggy Records. ¡Va por ustedes, maestros!
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