Rito (Ariola) 1973Luis Eduardo AutePortada: pintura de Luis Eduardo Aute
Una historia: “El álbum Rito, que graba en 1973 y sale al mercado al año siguiente, es un disco muy significativo del paréntesis musical de Luis Eduardo Aute, de aquella época de ruptura y encierro, seguramente la más difícil de su vida. En el sentido económico fue un tiempo de buscar trabajo, de llegar a casa cansado, sin ninguna esperanza y sin optimismo. No había grandes ilusiones y además, para colmar esta historia negra, la muerte alumbraba todos los rincones a los que dirigía sus ojos…
Por ello, las canciones de esta época se encuentran marcadas por la continua presencia de la muerte; son canciones cadavéricas, en donde existe una relación angustiada y una impotencia del amor. La muerte está siempre por debajo de cualquier sentimiento amoroso. “Las historias de amor –matiza Aute- se estrellaban contra su imposibilidad…
Luis Eduardo Aute, de vez en cuando, para respirar o mirar el horizonte extensible, se cogía una guitarra y salía a una pequeña terraza. Así nacieron canciones como Amor, Nada es nuestro o De alguna manera. La vida, entonces, era una prolongada espera. Había que esperar, no se sabía muy bien qué: esperar a que pasaran esos días, esperar a que ocurriera algo, esperar a que las cosas comenzasen a ir bien y esperar, asimismo, a que el país cambiara (estábamos en un año de fuerte represión), año del juicio de Burgos, año de condena de muerto). Todo, en este momento –la vida misma-, era provisional. Luego, “nada es nuestro, tuyo y mio…/ni el silencio ya indeleble que nos une en este rito/de agujeros y cipreses…
Rito es un álbum que no fue boom cuando salió, pero que se ha ido vendiendo regularmente todos los años, y hoy día es pedido por el público con la misma o mayor intensidad que en un principio”. José M. Plaza.
Otra: “Refiriéndome ya a mi caso concreto, yo llegué a darme cuenta de la contradicción que existía entre las influencias musicales que había estado recibiendo y mi progresiva aproximación a la realidad ética y estética de mi país. Esta aproximación racionalizada a la realidad de los condicionamientos sociopolíticos, y no como vago “sentirse mal” en la sociedad que me rodeaba, y que por otra parte el descubrimiento paralelo de otro tipo de música y otro produjeron en mí la crisis, (y no sé si el adjetivo resultara altisonante) que dio paso a mi retirada. Fue porque me consideré llegado a un punto al que las sucesivas lecturas y reflexiones me fueron conduciendo –en el que lo honesto era dejar estar las cosas- a salirme del mundo de la canción, a nivel de producción discográfica, y empezar otra vez desde cero”. Luis Eduardo Aute.
Canciones: Quiero apurar cada grano de arena. Rito de agujeros y cipreses. Dentro. Amor. Lecho de amor y muerte. De alguna manera. Estúpida manía circular. La mala muerte. Acaso. Mientras tanto amando. Cuéntame una tontería. Las cuatro y diez. Hay algo en el aire. Nada más que nada. Epílogo: autotango del cantautor.
Músicos: Luis Eduardo Aute (letra y música), Carlos Montero (arreglos y dirección musical) y José Fernández (técnico de sonido).
Además: “Enganchado a su canciones, descubrí que la vida es rito, sacófago y espuma; que es alma, fuga y nudo; ternura, deseo y desamor –enamorarse o morir-; pasión y laberinto de tinieblas –cuerpo a cuerpo-; esfera del azar…, fe de armonía…; milagro de la luz en las pupilas…;querencia, alevosía y arrebato: ¡A vivir, que la vida no es medida, ni porvenir!..,que queda todo, todo, todo por sentir.
El se negó a ser tiempo en el espacio apuntalando un mar –promesa de libertad- que es como un niño que canta sobre cuarenta prisiones –un niño que se despierta como una ola gigante; lleva en el puño una perla y un coral rojo en la sangre; él aprendió del Niño-Pablo los secretos de Albania, donde el amor es la flor más perfecta que crece en el jardín; y convencido radical de que el fuego es el orden, emprendió su inexorable batalla: ¡Al alba, en pie de guerra y con un beso por fusil- habrá que hacer acopio de fusiles que disparen girasoles; Van Gogh, desde su nube, está dispuesto a descargar bombas de flores”. Fernando G. Lucini.
Por ello, las canciones de esta época se encuentran marcadas por la continua presencia de la muerte; son canciones cadavéricas, en donde existe una relación angustiada y una impotencia del amor. La muerte está siempre por debajo de cualquier sentimiento amoroso. “Las historias de amor –matiza Aute- se estrellaban contra su imposibilidad…
Luis Eduardo Aute, de vez en cuando, para respirar o mirar el horizonte extensible, se cogía una guitarra y salía a una pequeña terraza. Así nacieron canciones como Amor, Nada es nuestro o De alguna manera. La vida, entonces, era una prolongada espera. Había que esperar, no se sabía muy bien qué: esperar a que pasaran esos días, esperar a que ocurriera algo, esperar a que las cosas comenzasen a ir bien y esperar, asimismo, a que el país cambiara (estábamos en un año de fuerte represión), año del juicio de Burgos, año de condena de muerto). Todo, en este momento –la vida misma-, era provisional. Luego, “nada es nuestro, tuyo y mio…/ni el silencio ya indeleble que nos une en este rito/de agujeros y cipreses…
Rito es un álbum que no fue boom cuando salió, pero que se ha ido vendiendo regularmente todos los años, y hoy día es pedido por el público con la misma o mayor intensidad que en un principio”. José M. Plaza.
Otra: “Refiriéndome ya a mi caso concreto, yo llegué a darme cuenta de la contradicción que existía entre las influencias musicales que había estado recibiendo y mi progresiva aproximación a la realidad ética y estética de mi país. Esta aproximación racionalizada a la realidad de los condicionamientos sociopolíticos, y no como vago “sentirse mal” en la sociedad que me rodeaba, y que por otra parte el descubrimiento paralelo de otro tipo de música y otro produjeron en mí la crisis, (y no sé si el adjetivo resultara altisonante) que dio paso a mi retirada. Fue porque me consideré llegado a un punto al que las sucesivas lecturas y reflexiones me fueron conduciendo –en el que lo honesto era dejar estar las cosas- a salirme del mundo de la canción, a nivel de producción discográfica, y empezar otra vez desde cero”. Luis Eduardo Aute.
Canciones: Quiero apurar cada grano de arena. Rito de agujeros y cipreses. Dentro. Amor. Lecho de amor y muerte. De alguna manera. Estúpida manía circular. La mala muerte. Acaso. Mientras tanto amando. Cuéntame una tontería. Las cuatro y diez. Hay algo en el aire. Nada más que nada. Epílogo: autotango del cantautor.
Músicos: Luis Eduardo Aute (letra y música), Carlos Montero (arreglos y dirección musical) y José Fernández (técnico de sonido).
Además: “Enganchado a su canciones, descubrí que la vida es rito, sacófago y espuma; que es alma, fuga y nudo; ternura, deseo y desamor –enamorarse o morir-; pasión y laberinto de tinieblas –cuerpo a cuerpo-; esfera del azar…, fe de armonía…; milagro de la luz en las pupilas…;querencia, alevosía y arrebato: ¡A vivir, que la vida no es medida, ni porvenir!..,que queda todo, todo, todo por sentir.
El se negó a ser tiempo en el espacio apuntalando un mar –promesa de libertad- que es como un niño que canta sobre cuarenta prisiones –un niño que se despierta como una ola gigante; lleva en el puño una perla y un coral rojo en la sangre; él aprendió del Niño-Pablo los secretos de Albania, donde el amor es la flor más perfecta que crece en el jardín; y convencido radical de que el fuego es el orden, emprendió su inexorable batalla: ¡Al alba, en pie de guerra y con un beso por fusil- habrá que hacer acopio de fusiles que disparen girasoles; Van Gogh, desde su nube, está dispuesto a descargar bombas de flores”. Fernando G. Lucini.
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